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El conjuro: el diablo me obligó a hacerlo (The Conjuring: The Devil Made Me Do It, Estados Unidos, Reino Unido 2021). Direccion: Michael Chaves. Guion: David Leslie Johnson-McGoldrick y James Wan. Protagonistas: Patrick Wilson, Vera Farmiga, Ruairi O’Connor, Sarah Catherine Hook, Eugenie Bondurant y John Noble. Duración: 112 minutos.
El conjuro: el diablo me obligó a hacerlo es la tercera película de la franquicia de El Conjuro, en la que tanto Patrick Wilson como Vera Farmiga vuelven a interpretar al matrimonio de demonólogos de Ed y Lorraine Warren. Dirigidos por Michael Chaves y acompañados por Ruairi O’Connor, Sarah Catherine Hook, Eugenie Bondurant y John Noble, entre otros.
Basada en otro caso real, en esta ocasión, los Warren deben investigar a Arne (O’Connor), un joven que dice haber estado poseído cuando cometió un crimen. Y para demostrarlo y usar este argumento en defensa del acusado, dan lugar a una trama detectivesca en la que se ve involucrado el uso de magia negra.
Lo mejor que tiene esta película es su escena inicial, en la que se practica un exorcismo a un niño, con una serie de efectivos jump scares, pero a continuación la trama se dispersa con sus protagonistas convertidos en detectives sobrenaturales. Desviando la atención del espectador en diversas subtramas que, si bien se unifican al final, no generan el pavor suficiente como para mantener atento al espectador a pesar de las esforzadas escenas surrealistas que recuerdan a IT (eso) (It, Andy Muschietti 2017).
Pero el principal problema de esta película es la falta de carisma de sus personajes secundarios, con los que el espectador no logra empatizar, especialmente el inexpresivo Ruairi O’Connor, sobre quien cae todo el peso narrativo con este personaje acosado por un demonio. Además de desaprovechar a John Noble, dándole escasos minutos que no le permiten lucirse como ese sacerdote cuyos conocimientos son la clave de la investigación.
En conclusión, El conjuro: el diablo me obligó a hacerlo es una película que no funciona como las anteriores, porque a pesar de la efectividad de sus jump scares, su trama se dispersa distrayendo también al espectador. Lo que puede significar el fin de una franquicia que dio inicio también a un interesante universo cinematográfico de historias de terror inspiradas en casos reales.
PATRICIO FERRO