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Candyman (Estados Unidos, Canadá 2021). Direccion: Nia DaCosta. Guion: Nia DaCosta, Jordan Peele y Win Rosenfeld, basado en los personajes de Clive Baker y Bernard Rose. Protagonistas: Yahya Abdul Mateen II, Teyona Parris, Colman Domingo, Nathan Stewart-Jarrett y Tony Todd. Duracion: 91 minutos.
Candyman es la secuela de la película homónima dirigida por Bernard Rose en 1992. En esta ocasión está protagonizada por Yahya Abdul Mateen II, Teyona Parris, Colman Domingo, Nathan Stewart-Jarrett y el retorno de Tony Todd, el personaje del título, entre otros. Todos ellos dirigidos por Nia DaCosta, quien además escribió el guion junto al ganador del Oscar Jordan Peele y Win Rosenfeld.
La historia se centra en Anthony McCoy (Mateen II), un artista que busca inspiración para su obra en la leyenda urbana del Candyman, un asesino serial que tiene un gancho en una de sus manos y está rodeado de abejas. Pero a medida que su investigación sobre el tema avanza, donde se relatan hechos de lo sucedido en la primera entrega de la franquicia, se convierte en una obsesión, mientras comienzan a aparecer las víctimas de quienes lo invocan.
Lo primero que vale la pena destacar es la puesta en escena de su directora, quien logra construir climas de suspenso y situaciones tensionantes, que recuerdan a la obra del director japonés Hideo Nakata (Ringu), quien con la franquicia de El aro, comenzada en 1998, puso de moda un estilo en el que situaciones cotidianas se van enrareciendo hasta transformarse en surrealistas. Y todas ellas son rematadas con efectivos jumpscares, que permiten aliviar la tensión generada en los espectadores. Haciendo un buen uso también del fuera de campo, siendo los espejos un elemento clave de la puesta en escena, aprovechando la función que cumplen en la narración.
Pero el principal problema de esta película es su historia, ya que las reglas del universo diegético en el que transcurre resultan muy rebuscadas. Y, a diferencia de otros asesinos seriales sobrenaturales como Freddy Krugger, que aparece en los sueños, sus víctimas tienen que invocarlo nombrándolo cinco veces frente a un espejo para ser brutalmente asesinadas luego. Recurso inverosímil que pierde efectividad con la repetición del personaje que lo hace con incredulidad a lo largo de toda la franquicia.
En conclusión, Candyman es una película en la que su efectiva puesta en escena queda deslucida por lo
rebuscado e inverosímil de la historia. Pero aun así permite a su directora lucirse haciendo un buen uso de las reglas del género, tanto de las escenas de suspenso como de las de sobresaltos.
PATRICIO FERRO